Soy mujer, madre y emprendedora. En este orden.
Advertencia nº1: si no te gustan las mujeres que dicen lo que piensan, este artículo no es para ti.
Advertencia nº2: si eres de alma sensible y no te gustan los tacos, tampoco sigas.
Hay artículos y artículos. Pueden ser más o menos interesantes, más o menos bien redactados, el contenido puede ser relevante para algunos y no interesarle para nada a otros. Hasta aquí, todo en orden. Y hay textos que no pensabas leer y mira por dónde ya estás leyendo la octava frase. No sabes muy bien por qué lo estás haciendo aún. Igual te enganchó el título. Igual eres mujer, o madre, o emprendedora. O no. Igual eres un hombre y quieres saber lo que voy a contar de nuevo sobre este tema. O quizás solo estés cotilleando. Y está bien, no pasa nada.
Soy mujer
Qué suerte la mía. No me cambio al otro sexo por nada en el mundo.
Antes pensaba que sí. Que me hubiera sido más fácil si hubiera nacido con un par de cojones entre las piernas. Joer con la francesa, no se anda con rodeos. ¿Para qué? ¿Cuántas mujeres lo han pensado? ¡Ay, si fuera hombre! Si me hubieran dado a mi este puesto de trabajo. Si pudiera ser yo la jefa y mandar un poco. Porque la mayoría de las veces los que mandan son hombres. Los que imponen su visión de las cosas son hombres. Los que cobran más son hombres.
¿Y qué? He nacido como mujer y pienso sacarle el mejor partido al tema.
Claro que tengo que luchar más que un hombre en muchos aspectos. Pero esto me hace más fuerte. No es que gane músculo y pueda mover muebles (bueno, esto también lo hago aunque haya que poner una tela debajo, arrastrarlo y dejarme media espalda en el intento), pero sí he decidido hacerme fuerte y encontrar mi lugar en este mundo. Y a quien no le guste que mire para otro lado.
Siempre me han dicho que hablo demasiado. Que algunas opiniones es mejor callarlas. Que en una empresa no hay que quejarse demasiado. Pues yo me cansé de esto. Quiero darle voz a mis opiniones e ideas como mujer.
No quiero estar callada.
Y aquí seguro que ya he perdido a muchos lectores (y lectoras) en el camino. Ay, la típica que siempre se queja de la opresión masculina. Qué poco original. Es que no pretendo ser original. Pretendo ser yo. Y no es poco.
Ser mujer es tener la suerte de ver el mundo bajo otro prisma. Es sentir de otra forma. Es entender y vivir el mundo desde otro ángulo. No digo que sea mejor o peor. Pero nos ha tocado vivirlo así, así que yo he decidido vivirlo plenamente.
Y esto me lleva a otro de mis temas favoritos: mi punto débil según muchos empresarios, jefes, o como quieras llamarles. Para mí, mi punto fuerte:
Soy madre
O al menos estoy aprendiendo a serlo.
Porque no eres madre el día que nacen tus hijos. Al igual que aprendes a andar, aprendes a ser madre. Titubeas, te caes, te levantas. Das un pasito, luego otro. No hay otra forma de hacerlo. Es lo más difícil y lo más bonito del mundo. Aprendes a base de hostias. Tal cual.
Y cuando eres madre, tienes que luchar (aún) más que antes. Porque te falta tiempo, muchas veces energía, porque dudas, porque tu vida da una vuelta de 360 grados.
Pero también te hace grande, muy grande. Porque creces a una velocidad vertiginosa y esto te da poderes mágicos, te transformas en cuna, curandera, cocinera, cantante, payasa, sargenta, maestra y un largo etcétera . Y sobre todo, aprendes a multiplicarte y lo que antes hacías en 24h, aprendes a hacerlo en unas pocas horas.
Un día te das cuenta de que lo que llevas haciendo desde hace años ya no te llena y te cansas de tantas entrevistas donde lo único que les importa es saber si vas a hacer tu trabajo por dos duros, callarte y bajar la cabeza. Entonces respiras hondo y buscas soluciones. Y sigues buscando. Y te reinventas.
Y aquí llegamos a mi tercera faceta:
Soy emprendedora
Siempre lo fui. Desde pequeña. No, desde pequeña aún no pagaba la cuota de autónomos ni tenía que rendirle cuenta al estado por mis actividades (a mis padres sí, por cierto) pero siempre fui atrevida, siempre quise recorrer mi propio camino y es cierto que en algún momento todo esto se me olvidó y pensé que trabajar por cuenta ajena sería más fácil y me daría menos dolor de cabeza. ¿Y quién no? ¿Quién puede presumir de querer montar su empresa sin ningún miedo al fracaso? Que levante la mano. Lo sabía, muy poca gente. Los hay oye, hay gente que desde siempre lo ha tenido claro y que nunca ha llegado a tener una nómina. Gente joven emprendedora. ¡Olé!
Para mí no ha sido tan fácil. Pero ahora estoy aquí y no pienso marcharme.
¿Te aburre lo que escribo? No pasa nada, mira qué bien: hay miles de textos más por leer. Así que cierras el artículo y a otra cosa mariposa (lo sé, a veces uso expresiones un poco anticuadas, pero me molan).
Bueno, y si te gusta como escribo, si piensas que quizás te podría echar un cable para redactar o transcrear tus textos, te dejo por aquí el link hacia mi página Web donde te explico en detalle lo que puedo hacer por ti y por tu negocio.
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